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Alemania, sus cuatro títulos como un reflejo de su historia

La historia de los títulos mundiales alemanes puede ser vista como un reflejo de su historia política y social desde el del año 1954 -símbolo del resurgimiento después de la II Guerra Mundial- hasta el de ahora, que es la expresión de una nueva Alemania en varios sentidos.

Adenauer puso a Alemania otra vez en la comunidad internacional. Herberger la condujo al título de 1954 que muchos ven simbólicamente como el mito fundacional de la República Federal de Alemania.

En 1990, Alemania estaba atravesada por el júbilo. A la caída del muro de Berlín, a la que seguiría la reunificación el 3 de octubre de ese año, siguieron las victorias en Wimbledon de Boris Becker y Steffi Graf y el título mundial en Roma.

Vinieron tiempos de dificultades para Alemania y para el fútbol alemán. En 1998, cuando Helmut Kohl perdió las elecciones ante Gerhard Schröder, se hablaba de Alemania como de la economía enferma de Europa.

Vogts, tras caer por 3-0 en cuartos de final ante Croacia, dimitió y Paul Breitner pronosticó que en los próximos años el fútbol alemán tendría que conformarse con una triste medianía.

El que en 2002 Alemania llegara a la final del Mundial, por sorpresa y llevado de la mano por Michael Ballack y Oliver Kahn, fue un espejismo como se comprobó en la Eurocopa 2004 cuando Alemania fue eliminada en la primera ronda.

En ese momento, Schröder había empezado su ambicioso programa de reformas que le daría la vuelta a Alemania y Jürgen Klinsmann asumió la selección e inició una auténtica revolución en el fútbol alemán.

En ese sentido, Klinsmann fue Schröder y ninguno de los dos pudieron ver los frutos de su trabajo. Schröder perdió las elecciones en 2005 con Merkel. Klinsmann dejó el cargo después del Mundial 2006 en manos de su segundo, que era Löw.

Los herederos, Merkel y Löw, recogieron la cosecha. Merkel es la canciller de un país que salió fortalecido de la crisis, en parte porque las reformas de Schröder lo habían blindado. Löw terminó conquistando el cuarto título mundial para Alemania.

Los alemanes pueden decir, como en 1954, "ahora otra vez somos alguien".
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